La derrota ante Centro Español dejó a Central Ballester sin chances de jugar el Reducido por el segundo ascenso. La eliminación abro el panorama para lo que se viene, no solo en lo deportivo, sino también en los institucional y el sueño de retornar a José León Suárez y el estadio propio, algo que busca hace casi 30 años.
Fabían Jaime señaló el mediocampo del estadio de Ituzaingo y puso punto final a la ilusión de Central Ballester de pelear por el liderazgo de la Zona “B”, y así ganarse un lugar en el Reducido, pensando en el segundo ascenso. Desde el inicio del certamen, todo el mundo “canalla” entendía que esto era “un mundialito”, a todo o nada. Que te abría una luz de esperanza. El triunfo ante Puerto Nuevo, y los siguientes empates ante Yupanqui, Argentino de Rosario y Juventud Unida, eran las muestras para soñar. Pero la caída frente a Centro Español, con la adversidad de jugar con uno menos y hasta conseguir una igualdad parcial, pusieron fin a todas las cuentas matemáticas posibles para arrebatarle la cima al “salaíto”. Más allá de este traspié, los comandados por Gabriel Farías y Adrían Sánchez dejaron una buena imagen, con momentos de buen fútbol y futbolistas en una buena sintonía.
Sin embargo, no todo es negro para el “canalla”, que ahora apuntará todos los cañones a terminar el estadio de Sarratea 10500. Con las obras de infraestructura avanzadas, como el mantenimiento a la cancha auxiliar, los baños para el público o los escalones que van a formar la tribuna, el anhelo de años parece cerca de cumplirse. Aquel 2 de diciembre de 1995, en el partido suspendido frente a Cañuelas, fue la última vez que el hincha de Central Ballester se sintió realmente “local”. Varios años, localías impensadas, como la actual en Lugano o en Puerto Nuevo o hasta en Luján, parecen tener fecha de vencimiento, para volver a sentir en las entrañas del “cacique” y toda su gente el abrazo del barrio y sentido de pertenencia.
Claudio González
@clgonzalez07