Semana laboral de cuatro días: cuáles son los nuevos países que se suman y por qué

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La posibilidad de achicar la semana laboral se empezó a discutir en muchos países a raíz de las nuevas formas de trabajo que trajo la pandemia, aunque decenas de empresas en todo el mundo ya lo venían experimentando, cada una a su manera.

El caso de España, uno de los primeros países en hablar de semana de cuatro días, apunta a reducir las horas de trabajo, tal como señaló el diputado español Íñigo Errejón, impulsor del proyecto en su país.

En Bélgica, por ejemplo, el proyecto prevé que se trabaje menos días aunque las mismas horas, por el mismo salario.

Trabajar 10 horas diarias para librar un día es un atentado a la conciliación y a la calidad de vida. Han ido por el camino contrario» alertó Errejón, aunque se alegró de que la posibilidad tener tres días de descanso ya no sea un tabú y cada vez más empresas o países lo estén intentando.

El proyecto que impulsa Más País, el partido que dirige Errejón, supone una rebaja de las horas y se le está dando impulso mediante proyectos piloto acordados con el Ejecutivo.

El Gobierno español aportará 10 millones de euros a unas 200 empresas que participarán de la prueba para implantar, este año, la jornada laboral de 32 horas semanales o cuatro días. Se estima que alcanzará a entre 3.000 y 6.000 trabajadores.

Los principales gremios apoyan la medida impulsada por Errejón subrayando que se trata de una «reivindicación histórica del movimiento sindical».

La patronal española, en cambio, rechaza ese modelo de trabajo porque teme que afecte la productividad.

Sin embargo, según la ONG 4 Day Week Global (4DWG, Semana de cuatro días mundial), aquellos que lo hicieron mejoraron no solo la productividad sino también la salud de los trabajadores y sus familias.

Además, comprobaron que ese esquema también sirve para resolver problemas de igualdad de género, permitiendo un reparto más equitativo de las tareas de cuidado entre madres y padres y favorecieron el camino hacia un trabajo más sostenible.

El primer país en implementar la jornada reducida fue Islandia, tras una prueba de cuatro años (2015-2019) entre los empleados del sector público de la capital, Reikiavik.

Suecia, por su parte, probó reducir la jornada laboral en 2015 en varios centros de cuidados de ancianos, un sector al que le cuesta reclutar personal.

Las 70 enfermeras que participaron de una prueba registraron menos licencia por enfermedad, mejores condiciones de salud y aumentaron la productividad. Además, se crearon empleos adicionales y se redujeron los costos de cobertura por problemas de salud.

Sin embargo, los resultados fueron cuestionados por sus altos costos y fue descartado por el Gobierno, aunque algunas empresas, entre ellas Toyota, lo mantienen hasta el día de hoy.

Son muchas las firmas que priorizan el rendimiento por encima de las horas trabajadas.

En Japón, Microsoft es la primera en aplicar la jornada laboral de cuatro días y comprobó que los trabajadores mejoraron su productividad en hasta un 40% y aumentaron las ventas, a la vez que redujeron los gastos de electricidad y de tinta y papel, entre otros.

En Estados Unidos y Alemania también son las empresas las que han estado impulsando la reducción horaria, cada una con sus diferencias, como la estadounidense Basecamp, que lo hace solo durante el verano.

En España, en cambio, la empresa que atrajo todas las miradas es DelSol Software, que hace varios años viene practicando este esquema, que se tradujo en mayor rendimiento, más facturación y menor ausentismo.

En Argentina, donde el tope de horas de trabajo a la semana es de 48 horas(hasta 60 hs en algunos casos), hay en curso dos proyectos para reducir la jornada laboral: El de la diputada Claudia Ormaechea, que propone una jornada máxima de 6 horas y un tope de 36 horas semanales y el del legislador Hugo Yasky, que propone una semana laboral con un máximo de 8 horas diarias y no más de cuarenta horas semanales.

Aunque bien podrían evaluar la jornada de 6 o 7 hs diarias con 4 dias laborables y 3 de descanso, como en Islandia.

La falta de descanso impacta de distintas maneras: baja la productividad, aumenta el ausentismo, aumenta el riesgo de contraer enfermedades crónicas, cardíacas, cáncer, abortos espontáneos en el primer trimestre y nacimientos prematuros.

Está demostrado que reducir la semana laboral de 40 a 32 horas funciona para empleados y empleadores.

«Hace 100 años pasamos de trabajar seis días a la semana a cinco», no se debe perder tiempo en esa discusión: «Ya estamos atrasados para una actualización».

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